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  • Laura Silva

Lo que no se dice de Romeo y Julieta

“En esta mañana en que el sol parece no querer asomarse, por estos hechos lamentables, algunos serán castigados y otros perdonados, porque jamás se oyó una historia tan triste como esta, la de Julieta y su Romeo”.[1]

Inspirada en el canovaccio “Li tragici sucessi” que a principios del siglo XVI representaba la compañía I gelosi –con un final feliz, conforme a los parámetros de composición escénica de los comediantes de la commedia dell’arte; procedente su argumento de una de las novelle de Mateo Bandello escrita en el año 1554 a su vez inspirada en Istoria di due nobili amanti (1524) de Luigi da Porto en donde ya los jóvenes se llaman Romeo y Julieta y los sitúa en Verona en las familias de los Montecchi y los Cappeletti; mencionadas las familias en el Canto VI de El Purgatorio de Dante Alighieri[2] y referenciados también en el cuento de Girolamo y Salvestra (Jornada IV, novela 8°) del Decamerón de Bocaccio[3], William Shakespeare compone la Romeo & Juliet que ha llegado a nuestros días y que ha trascendido el tiempo y diversas latitudes como una historia de amor emblemática, siendo una de sus obras más conocidas y más representadas en todo el mundo occidental.


Romeo y Julieta es la primera tragedia que produce Shakespeare en su juventud (Tito Andrónico fue una refundición de un texto antiguo y las otras obras de ese mismo período –Isabelino, previo a la asunción al trono por parte de James I de Escocia- fueron mayoritariamente comedias y crónicas de la historia de su país).


Siempre hablamos de la universalidad de las obras de Shakespeare y estoy de acuerdo. Sin embargo, también entiendo que los climas de época (desde la Inglaterra de Shakespeare hasta hoy) han hecho que el autor haya sido valorado o no según los momentos de cada uno de los períodos históricos, sociales y políticos que el mundo occidental ha ido atravesando en estos cuatrocientos años.


Durante la era victoriana se manipularon sus obras al punto de censurarlas de manera extrema perdiendo así quizás las partes centrales de su discurso.


Si pensamos en la primera escena de Romeo y Julieta donde se produce el encuentro entre sirvientes de ambas familias, el lenguaje soez y plagado de referencias sexuales nos pone en situación como lectores/espectadores respecto de cuál es la temática y el modo en el cual será encarada de allí en más. Si quitamos ese inicio o lo suavizamos “por decoro”, nos robamos la gema preciosa que hará que podamos disfrutar del modo que sea el derrotero de los jóvenes enamorados.


Actualmente asistimos a un período de revaloración de la obra shakespeareana donde quienes nos dedicamos a él revisamos cada palabra del original, contando afortunadamente con muchísima información lingüística y costumbrista de la época que nos permite tener una idea más acabada del material en su totalidad.


Por otra parte considerando a Shakespeare como el humanista que era y siendo nosotros protagonistas de un período al que algunos estudios mencionan como el segundo renacimiento, desde mi punto de vista me resulta totalmente comprensible entonces por qué nuevamente Shakespeare nos atraviesa el alma.


Recientemente en un viaje a la ciudad de Lima, Perú y dentro del marco de investigación, un actor dijo: “Estos chicos dan la vida y la pierden. Eran el futuro de Verona, por lo tanto, Verona no tiene futuro”.


Semejante aseveración me conmovió muy profundamente y a partir de allí comencé a repensar cuál es la mirada que hoy por hoy podemos darle a este material.


Siempre he pensado que Romeo y Julieta no es simplemente una historia de amor, sino que Shakespeare nos enfrenta a través de ella a las alcantarillas de Verona. La pregunta hoy sería ¿cuál es la alcantarilla que estamos viendo?


Desde mi punto de vista y luego de años de estudio y análisis de este material entre otros, entiendo que la Romeo y Julieta de William Shakespeare es una obra de denuncia social absoluta donde se ponen en tela de juicio los parámetros sociales del momento, produciendo el autor un happy ending desde el momento en que los jóvenes cumplen son su cometido de permanecer juntos, sólo que lo logran poniendo en juego sus vidas y perdiéndolas en su determinación.


No se trata solamente de una historia de amor, sino que el enamoramiento que viven sus protagonistas se produce en medio de una enemistad entre dos familias y en un contexto social de absoluta violencia donde Julieta, heroína de la historia, es tratada por su padre como bien de cambio a los fines de que su familia goce de un ascenso social al casarla con un hombre con título nobiliario. No importan para su padre ni para su sometida madre los deseos reales de Julieta y Shakespeare nos muestra con mucha claridad, incluso, el maltrato físico y verbal que las mujeres de la familia Capuleto sufren si se atreven a negarse a la voluntad paterna.


Julieta es la conductora de la obra, es quien produce la acción a partir de su determinación frente a sus deseos, a sus objeciones frente al statu quo al punto de que el momento de mayor expresión de valentía de toda la obra la protagoniza ella a solas cuando bebe la poción que le da Fray Lorenzo, cuyas consecuencias reales Julieta desconoce.


Como una Antígona de los tiempos de Shakespeare y una Antígona actual también, Julieta se impone como la gran heroína de esta historia.


La identificación


No hay teatro si hay ausencia de identificación. El hecho teatral debe ser transformador siempre y para que ello se produzca, el espectador tiene que verse a sí mismo en escena y saberse o sentirse interpelado.


En esta historia asistimos a la tragedia de dos jovencitos que a través de una historia de amor se enfrentan a los parámetros sociales establecidos. Y como ya mencioné antes, pierden la vida en ello.


Las juventudes, históricamente, han sido los referentes de las necesidades sociales de cambio. Antes, durante y después del mayo francés, sólo por tomar un hecho emblemático con su hermosísimo “prohibido prohibir”.


Muchos jóvenes han perdido sus vidas en distintos momentos históricos por defender sus ideales frente a una sociedad resquebrajada o presa de preceptos que necesariamente debían ser renovados.


Si pensamos a Romeo y Julieta desde ese punto de vista, la historia de amor se torna mucho más conmovedora, incluso. En esta pieza cinco jovencitos pierden sus vidas: los protagonistas, Tybaldo, primo de Julieta; Mercucio, amigo de Romeo y Paris, pretendiente de Julieta. En una línea de tiempo de tan sólo cuarenta y ocho horas.


¿La causante de esas muertes? La enemistad entre adultos de la cual nunca queda del todo clara en la obra cuál fue el origen o la motivación que la mantiene viva.


Shakespeare logra siempre poner de manifiesto aquello que nos sucede como seres humanos y que pocas veces o en ámbitos muy acotados nos atrevemos a exponer. No sólo en esta obra, sino en la mayoría de sus piezas.


Y es tan complejo para nosotros como sociedad poder referirnos a esas cuestiones que han pasado cuatrocientos años y seguimos mencionando a Romeo y Julieta como una gran historia de amor y nada más.


Anteriormente mencioné a Antígona como referente de Julieta.


Antígona se opone a la ley mundana que impide el entierro de su hermano y apela a la ley divina frente a la cual todos los hombres son iguales. Se han escrito muchas versiones de este personaje fascinante, incluso en nuestro país.


Entiendo que es más interesante ver a Julieta desde una mirada similar más que como a una adolescente que cae víctima de sus pasiones momentáneas a las que vivencia como una verdad absoluta.


¿No es más interesante pensar a Julieta, aun verdaderamente enamorada de Romeo, como una jovencita que se atreve a decirle que no a su padre?


Pensemos en los roles femeninos de esta obra: El Ama, una mujer parlanchina, madre de leche de Julieta, leal a la jovencita que adora pero que, en el momento en el cual el padre de Julieta impone su deseo de verla casada con el Conde Paris de manera violentísima, le sugiere a Julieta acatar la orden. Por otra parte, la Señora Capuleto, madre de Julieta, parece estar enamorada del prestigio que le daría a su abolengo el matrimonio de su hija con un noble pero que nos da muestras, a lo largo de toda la pieza, de qué siente por su hija. Es interesante en este caso cómo Shakespeare nos presenta el personaje: queriendo hablar con su hija a solas sin lograrlo, por lo que acude al Ama ya que no recuerda cuando su hija cumplirá años. La Señora Montesco, personaje de menor permanencia escénica que muestra preocupación por su hijo pero a quien su hijo parece prácticamente no conocer, al punto de que su referente para cada acción que desea llevar adelante, recurre a un fraile.


Ante este panorama, Julieta emerge de entre las alcantarillas y alza su voz: ama y desea a quien la sociedad le impide hacerlo, enfrenta primero a su madre y luego a su todo poderoso padre y lo hace de manera intensa y verdadera.


Julieta no está dispuesta a convertirse en un bien de cambio de su padre y ante el consejo del Ama de olvidar a Romeo y casarse con Paris, muestra un aparente sometimiento a la voluntad paterna para luego y casi de inmediato, presentarse frente a Fray Lorenzo (el único personaje de la obre que escucha y acompaña a estos jóvenes hasta las últimas consecuencias) con un puñal en mano rogándole la ayude so riesgo de quitarse la vida en caso de que no exista posibilidad de ayuda.


Y de allí, el gran acto de valentía: Julieta se encierra en su cuarto y en absoluta soledad bebe la poción que le diera Fray Lorenzo ante la incertidumbre de qué sucederé una vez consumido. Y no duda en hacerlo.


Luego, el hecho trágico atraviesa la historia ya no en manos de los dioses como los antecesores griegos, sino por un avatar sufrido por el mensajero que no puede llegar a Romeo con las noticias ya que una peste impide que le permitan cruzar la frontera.


A Romeo no le llega la noticia a tiempo, Julieta es dada por muerta información que sí llega a oídos de Romeo y, por primera vez en toda la obra, es joven-niño que hasta ese entonces nos daba la impresión de ser un tanto voluble, se transforma en un personaje estoico y decide seguir la suerte de su compañera, corriendo todos los riesgos posibles antes de llegar a estar a su lado para morir con ella.-



[1] Shakespeare, W, - Romeo y Julieta, 1ª. ed Madrid – Ed Losada, año 1998

[2] Alighieri, D. – La divina comedia, 1ª. ed. Barcelona – Ed. Altaya, año 1994, pg. 328

[3] Bocaccio, G. – Cuentos del decamerón, 1ª. ed. Buenos Aires – Ed. Hyspamerica, año 1982, pgs. 200-205

Laura Silva

Una de las mejores especialistas en Shakespeare de Latinoámerica, disertadora y fuente de consulta en Cambrigde y Londres, expositora en los Congresos de Artes Escénicas que se desarrollan anualmente en la Universidad de Palermo, dramaturga, escritora, actriz y docente.​

Presentó en el 2016, con gran éxito, su libro El mundo de Willy, editorial Nazhira, en el Teatro Nacional Cervantes.

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