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Ces Le Mhyte

Fénix de la palabra

«Sólo lo imaginario enseña al lenguaje a sobreponerse.»

Gastón Bachelard


Camino y demora.


No toda huella queda atrapada en la imagen, pero siempre logra doblar el lenguaje. Toda palabra se deshace en la ausencia de un templo de aire y fonema. Ni siquiera hay sombras en que se refugie el alma del habla.


No se alcanza el habla con las ruinas de lo que queda, pero señalar lo innombrable con todo el resto de la lengua abre un fragmento de luz.


Así, sólo lo verdadero conserva su impronta como el destello del granito de arena en los concretos escombros de la memoria.


Rastros, huellas, escorzos de un pasado que no cesa. Pero hay que abrir un futuro al pasado con los restos de la memoria. Sólo así se rehabilita el presente; lo contrario, es la trampa, el engaño de un falso humanismo que sólo se reconoce en el oscuro brillo del espejo de la mismidad. Hasta volverse ese gesto en habitual, mecánico, inerte, utilitario, en cada facción del cuerpo social y político. Hasta impregnar con su turbio aroma cada habitación humana, cada intento de refugio ante su presencia. Y corre el riesgo de asentarse en la figura del ser-engarzado, ser-encadenado a las postrimerías de su propia historia, a las apariencias de la verdad, a la enorme roca del olvido.


Y qué tirantez tan grande ahoga la materia en su simple irrumpir los espacios. Puliendo el yeso más que la piedra, lo que calla se esfuerza en hacer grande la historia de lo que es perdido en su propio engaño. En lo hondo del río de palabras la agonía del idilio sola empuja la pesada rueda que calienta el asombro de ser todavía lo no dicho.


El crear se abre camino, este es su don de sí. En su imposible irreductibilidad, la posibilidad incondicional de aquello que se revela. Lo revelado se dice de muchas maneras, pero siempre está siendo los panes y los peces, el arco y la lira, mapa y territorio, la patria en la punta de la lengua.


Y lo que produce extrañeza, es la primacía fenomenológica de los modos posibles de ser tonalidades, mixturas, partículas de Dios. Pulso intacto que es sendero, camino, trayecto desmedido, enthousiasmós (entusiasmo) y ek-stasis (éxtasis) para adoptar la manía de estar siendo.


Sin embargo, con sólo transitar el jardín de senderos que se bifurcan no alcanza para hallar el árbol del habla. La dura realidad de grado inferior, la que suele atravesarnos de forma cotidiana, nos corroe hasta el riesgo de convertirnos en serviles espectros, sombras que arruinan la plasticidad del tiempo y que tensionan, golpean, castigan las irresistibles ansias de ser lógos que vuelve al fuego, de ser uno en lo múltiple. Se necesita entonces del genuino goce, del genuino sentimiento de lo sublime.


Al abolir las cadenas del lenguaje, exterioridad e interioridad se reconcilian y sólo persiste lo mudable.

Eleva la tensión entre sabiduría y locura, y deja al desnudo a los bosques del laberinto y a la noesis de la noche.


Lo apolíneo -opresivo, distante y vengativo- sucumbe ante la fuerte belleza que une los despojos del fruto.


Esa intensidad es el estremecimiento necesario para captar, de nuevo, pero de manera más aplomada, otro grado de verdad o desocultamiento. Es decir, el trueno mayor que aún se agita a pesar de la muerte y sus muertos.


He aquí su aleph, su rol disruptivo en todas las épocas y en todos los pueblos. Nada agota el caudal de su temblor, nada derroca la fuerza de su designio, en la ardua tarea de sujetar por la herida.


Fuerza de ley.

Rabia incontenible que doblega el hierro de la palabra sometida

y rompe las tablas del mandato.


Puro estallido.

Ninguna mimesis en carne viva basta para expresar tanta metáfora de la identidad y la libertad, ni siquiera todo el oro del Rin alcanza para opacar tanto fuego.


Lo divino en lo humano, lo humano en lo divino.

Habitaciones de la hibridez.


Del nombrar a lo nombrado, del don a la donación, del crear a lo creado, del revelar a lo que se revela, de lo inmediato a lo mediato, de esto a lo que queda de ello.

Pura actualidad, puro desborde que eleva un oleaje de luz a expensas del tiempo. -




Ces Le Mhyte (César Cejas)

Buenos Aires, 2021.




(*) Para una aproximación a los dilemas del género y su influencia en otras disciplinas, la siguiente bibliografía recomendada


Aristóteles, Poética, Monte Ávila Editores latinoamericana, introducción, traducción y notas de Ángel Cappelletti, Caracas, 1998.

Gaston Bachelard, Fragmentos para una poética del fuego, editorial Paidós, traducción de Hugo Bauzá, Buenos Aires, 1992.

Giorgio Colli, El nacimiento de la filosofía, editorial Tusquets, traducción de Carlos Manzano, Buenos Aires, 2010.

María Zambrano, Filosofía y poesía, editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1996.

Martha Nussbaum, Justicia poética. La imaginación literaria y la vida pública, editorial Andrés Bello, traducción de Carlos Gardini, Barcelona, 1997.

Hans-George Gadamer, Poema y diálogo, editorial Gedisa, traducción de Daniel Najmías y Juan Navarro, Barcelona, 2016.

Friedrich Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, editorial Alianza, introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual, varias ediciones.

Octavio Paz, El arco y la lira, editorial Fondo de Cultura Económica, varias ediciones.


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Breve ensayo de Ces Le Mhyte (Buenos Aires, Argentina) Fénix de la palabra, que se reproduce de manera íntegra, y que se puede encontrar y consultar en el libro de ensayos Qué es poesía, edición y compilación al cuidado de Eduardo Monte Jopia, editorial Tres más uno, Buenos Aires, 2021.







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