Feminismo, patriarcado y erotismo.
Todas o casi todas somos o fuimos presas del machismo o del más de moda llamado "patriarcado". Fuimos criadas para que el hombre sea él fuerte, nos proteja y nos mantenga, de por vida. Patriarcado: algo para nada cuestionado hace unos años. De hecho mi propio padre, cuando comenzaba a tener citas de adolescente, me daba un billete, un sólo billete que equivalía al valor de un taxi, por las dudas. La dignidad ante todo. Y eso significaba que si el caballero me trataba mal, no me gustaba, aparecía otra mujer o algo por el estilo, yo tuviera los medios necesarios para salir y parar un taxi, dependiendo la ocasión de la ofensa. Si era muy urgente tomaba cualquier taxi, si era menor, era más apropiado pedir un radiotaxi. O sea el billete era por si tenía que huir, amenazada u ofendida. Nunca para aportarle como compañera la mitad de la cena, ni siquiera la propina. No creo que haya sido la única que fue criada con estos preceptos. Tal vez mi caso es más exagerado, pero casi todas aún las niñas de hoy fuimos y seguimos siendo criadas más o menos de esa manera. El hecho de "ser independiente" era por si te quedabas sola, o para esos breves momentos en los cuales elegías estar sola. Nunca era ser independiente teniendo un hombre al lado. No existía esa opción en mi familia, o mejor dicho, en mi patriarcado. Particularmente me cuesta mucho salirme de ese lugar, por más que adoro y admiro a las feministas y a las que luchan por cambianos un poquito la cabeza a todas. Por supuesto este lugar de "princesa" tenía su costo. Pero no parecía tan difícil. Era "Quedarse en casa, y salir con el marido" y eso iba cambiando según la situación económica de cada familia. Si el hombre podía pagar mucamas o cocineras, una o varias veces por semana, la mujer entonces era la que organizaba y salía a comprar las sábanas que la empleada debía cambiar, los productos de limpieza y a veces los alimentos. Si la familia no podia acceder a esto, entonces sí, la mujer debía limpiar el baño y haer las tareas de la casa. Pero no lo vivían ni mis abuelos ni mis padres como un sometimiendo del "patriarcado" sino como una realidad producto de la situación económica. Si mejoraban (o sea, si las mujeres ayudaban a ese hombre a mejorar económicamente) podrían acceder a lavarropas y empleadas domésticas, si no lo lograban, lo tenían que hacían ellas. Pero jamás culpaban al hombre ni le pedían ayuda, le echaban la culpa a la inflación, a la crisis del país o a la mala suerte. Nunca sería culpa del hombre. Eso jamás. Mirando la película sobre la vida de Tita Merello me di cuenta de algo fundamental: En aquella época siendo mujer te quedaban dos únicas opciones: Ser esposa, y cornuda, o ser amante mantenida, y obviamente cornuda también. Dos opciones terribles. No sé cuál de las dos hubiese elegido yo. No me lo quiero ni imaginar porque ya bastante tengo con ser mujer en esta época y todos los conflictos que eso acarrea como para preocuparme cómo hubiera sido siendo mujer en aquella. Pero el tema es que era difícil antes y lo es ahora. Por más lugar común que parezca, somos mujeres objetos. Cada vez más. Y yo también caigo y he caído y vuelvo a caer cada tanto en ese lugar. Y las frases de algunos hombres "Todo entra primero por los ojos" y la tentación de las redes sociales, y la exposición, y los tratamientos de belleza, y las revistas, y la televisión, y el cine. Porque tampoco el cine se salva. Vivimos según los guiones románticos del cine mundial. No subestimemos al cine en cuanto a crear mujeres objeto, sólo lo hacían (a veces) un poco más sofisticado. Me resulta increíble que sigan existiendo programas como "Polémica en el bar" con tipos machistas hablando entre sí de temas machistas y una mina exhuberante riendose al lado de sus malos chistes machistas. O el clásico Tinelli del cual la gente no parece aburrirse nunca. O el antiguo Sofovich. O el decadente Porcel y el sobrevalorado Olmedo. Tuve algunas posibilidades de viajar, y si bien es un fenómeno mundial, me dí cuenta de que hasta en eso les ganamos a casi todos. Buenos Aires es la ciudad más frívola del Planeta. Y lo digo porque no conozco Los Ángeles (ni pienso conocer) o Miami. Me consuelo pensando que ese sería un peor infierno. Pero así como afirmo esto, también sé que somos unas de las ciudades más cultas, con más teatros, cines y librerías. Una de las más psicoanalizadas. Entonces me pregunto ¿Por qué? ¿Cómo convive todo esto junto a la vez?
El otro día me preguntaba, ilusamente, qué pasaría si en una noche, como apagón mundial, los hombres dejaran de seguir en redes sociales a mujeres por su cuerpo y la exposición de su cuerpo como objeto único de deseo. Nada, no pasaría nada. O tal vez sí, pero eso jamás sucedería.
¿Alguna vez nos preguntamos, ¿Que nos erotiza realmente, y no qué nos quieren vender como para que nos erotice? Es una cuestión cultural. Creo que con años de educación diferente, otras generaciones podrían disfrutar de ese otro erotismo, de la admiración por el pensamiento, por el humor, por el contenido. Que la independencia y la igualdad no sea un mientras tanto, mientras estas sola, esperando a tu salvador. Que nos cuidemos hombres y mujeres por igual. Que cada uno tenga su propio sentido de lo erótico y no lo que te vende el sistema. Creo que eso algún día puede pasar. No creo que yo viva para verlo.-
Luz Marus
Escritora, periodista, conductora de tv y radio.
Fue conductora del programa de tv ¿En qué bar?, por canal (á).
Es una de las conductoras del programa radial Políticamente incorrectas, que se emite por Radio de Salón.
Es autora de La amante de Stalin y Tu lolita.