Aquiles
En los tramos finales de la guerra de Troya, se aproxima un duelo hondamente temerario. Mayor al que se le profesó a Héctor.
La muerte de Aquiles logra la persistencia de su sombra sobre los valores éticos de sus amigos y amantes. Y sepulta la honorabilidad de su gran rival por fuera de la memoria colectiva, en las fosas de la historia.
Ruinas sobre ruinas. Nada detiene el desplazamiento de las cenizas.
A pesar de que el vino no falta jamás entre quienes lo amaban, entre sus íntimos, su nombre no deja de ser una presencia caótica pero íntegra, vengativa pero leal, sagrada pero desafiante.
Y, por lo tanto, lo que queda en el alma es la funesta carga de un instante de oro.
Más que la amistad, esta es una metáfora del Poder y la Servidumbre que se reversiona en el film de cortometraje , escrito y dirigido por Rodrigo Malmsten, que lleva el nombre homónimo del héroe trágico griego y que muy pronto será estrenada en cines nacionales e internacionales.
Después de 10 años, nueve amigos logran reunirse para celebrar las fiestas de Año Nuevo. Sólo falta el organizador: Aquiles.
Ahora es una presencia inescrutable y rabiosa, en el doloroso Diciembre de 2001. Salvar las apariencias ya no sirve de nada.
Tras la crisis, luego de otra batalla, persiste la oscuridad, la caída.
Zona de pérdidas. Todo es mapa y territorio.
Pero aquí, como diría Ganni Váttimo, ya no hay un héroe o un Dios que pueda salvarnos de los bárbaros.
¿Qué otra cosa puede significar ese corte de luz en la noche de fin de año? ¿Qué otra rabia pueden demandar esos gritos que se oyen, del otro lado de la ventana, hartos de tanto oprobio del Poder político?
Pero cabe la posibilidad de que haya otra oscuridad , más difunta que la muerte: la sumisión , la carencia de representación propia.
Fingir la desgracia, como si fuese otro rostro del duelo, como si fuese la herencia de Los convidados de piedra.
Aquiles guarda un secreto de cada uno de ellos y ellas, es el confidente invisible. En este punto, quizás convenía su muerte como la de su tocayo en épocas arcaicas: ya no más la mirada fija, torva, juzgadora y , por estas mismas razones, evidente.
Y aquí el giro argumentativo, el quiebre que se confiesa por sí mismo: como en la antigüedad, los números representan las leyes de la creación. El número nueve equivale a la perfección y el número cero, que no es invento griego, no representa nada.
Un movimiento de liberación, de lo imperfecto a lo perfecto, que supone, qué ironía, la cena cristiana. Traicionaron a Aquiles, doblemente, y eso se paga.
Algunos lo reconocerán, algunas juraron lealtad, otras las desmienten. Y una sorpresa que confirma la regla: no se ingresa a la verdad del mito (en este caso, de la argentinidad) sin asombro.
En este año 2018 se repite la historia, vuelve la extrañeza, no obstante persiste la funesta sombra de Aquiles.
Otra muestra de la valía del arte argentino, que es posible también por las destacables actuaciones, entre otras, de Florencia Firpo, Jimena Angeletti , Hilario Quinteros y Luciano Cáceres.
Excelente rodaje de planos cortos y montaje intimista, de clara influencia del mejor cine italiano, film al que tuve un privilegiado acceso. Y que, gracias a Hilario Quinteros y a Rodrigo Malmsten, continúan para mí abiertas las puertas del laberinto.-
Idea, guion dirección: Rodrigo M. Malmsten
Elenco: Florencia Firpo Luciano Cáceres Paulina Rachid Cecilia Roche Hilario Quinteros Jimena Angeletti Mucio Manchini Cecilia Tognola
Df Manuel Berisso
Cámara Manuel Berisso Facundo Capeletti
Gafer Cesar Guardia Alamani
Eléctrico Mario Martinez Velasquez
Sonido Pedro Becco
Arte Francisco Franco
Fotos Elisabet Mosconi
Producción Uxen7Arts. Production Artistique. (asbl Belgique).
Ruggero Zanon Rodrigo Malmsten, Mariano Caceres, Florencia Firpo, Manuel Berisso
Argentina-Bruselas.