Los panes de la Danza

Zapatillas que levantan el polvo de la ingenuidad. Pies que raspan contra el piso de lo genuino y se llevan consigo huellas del pasado. Movimientos que borronean contornos de cuerpos inacabados.

Se pueden distinguir las luces del mañana y las sombras del pasado bailando una danza no exenta de contrastes. Cuando el cuerpo danza la mente se percibe como un matiz, nada más y nada menos que una parte de un todo. Los grises pasan a darle sentido a toda la existencia del cuerpo en el espacio a cada segundo ya que todo cobra otro tinte, o mejor dicho muchos tintes, que en el arte son lógicas de pensamiento perceptivo. El pensamiento del cuerpo, transforma la imagen según su contexto.

Pareciera que a la juventud el sol siempre le diera de espaldas. Querría otra cosa, que el sol de la vida vaya dejando las sombras atrás. Pero hay que estar atentos, ya que esas sombras pueden cambiar de lugar. Y desde aquí podemos ver la esperanza de ser alguien, la aventura del desafío constante y la frescura con que se acepta la sorpresa, lo impredecible, lo inabordable, la pregunta sin respuesta.-

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Texto: Julieta Castro

Fotografía exclusiva para esta edición: Mónica Hasenberg