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  • Ana Maidana

El puñetazo en la pera

Pensé en cuento y cómo el impacto de unas palabras emociona, perturban al lector para que no sea olvidado. "Sólo recordamos lo que nos emociona" y cómo lograr ese emocionar.

El cuento, como dijo Julio Cortázar que amaba el box, tiene que ganar por knock out mientras que la novela gana por puntos. El cuento debe ser ese puñetazo en la pera del lector, no hay tiempo para elaboraciones, presentaciones, tampoco hay tiempo para las sospechas, plantar semillas que florecerán varios capítulos más adelante, no hay tiempo para eso. Y si hubiere elaboraciones o presentaciones, es justamente parte de la estrategia del cuentista para que ese puñetazo sea letal. Todo lo que encontramos en el cuento tiene un sentido, todo está allí por alguna razón. El cuento, por esta magia en su estructura difícil de limitar, por tratarse de una mirada compacta sobre un hecho que sucede, sobre una cosa, sobre un momento, vendría a ser algo así como la fotografía mientras que la novela es la película. Si estamos hablando de la fotografía de un momento, debemos cuidar que todo lo que esté dentro de ese encuadre sea significativo. Nada sobra. Foco en lo principal. Porción de una realidad que sugiere un mundo: si le tomamos la foto a una mano, sugiere que hay un cuerpo, si es hombre o mujer, la edad, siempre esa porción tomada está sugiriendo el universo que la contiene. Del mismo modo, cuando hablamos de cuento, hablamos de fotografía. Ahora bien, hay fotografías que gustan más que otras dependiendo del observador, porque justamente, en todas las elecciones que hacemos, en la literatura como en el amor, no estamos muy seguros por qué elegimos lo que elegimos, qué es lo que nos gusta tanto, por qué nos sentimos atraídos frente a algunas imágenes, no entendemos muy bien de dónde viene esa atracción por lo que elegimos, pero sabemos que nos gusta. Ese saber que nos gusta está diciendo que al cuentista le gustó lo escrito, quiere decir que el cuentista puso de su emoción en ese relato y que el lector fue receptor de esa emoción. El cuento sirvió como medio transportador de esa emoción. Las palabras no están allí de una manera del todo consciente, sino más bien entrelazadas y motorizadas por un impulso emocional del propio cuento.Las palabras que se seleccionan en un estado de ánimo de alegría no son las mismas que utilizamos cuando estamos tristes. Las palabras que tenemos disponibles cuando estamos enamorados no son las mismas que usamos cuando no lo estamos.

Y si preguntáramos ¿De dónde vienen las palabras? Qué linda pregunta. Dónde estaba esa palabra antes de ser usada. ¿Por qué se van agrupando de manera que uno pueda sentir? Porque las palabras vienen a trabajar en coherencia con las emociones. Se agrupan y se expresan de manera tal que reflejan de manera exacta la emocionalidad y los pensamientos del escritor. Para la ontología del lenguaje, las palabras están emparentadas con los pensamientos, digamos que podría tratarse de un primer subgrupo. El segundo subgrupo son las emociones, el tercero es el cuerpo. En la interacción sincronizada de estos tres subgrupos, en la intersección de estos superpuestos es donde sucede el lenguaje. Por lo tanto, cada vez que muevo mi cuerpo estoy diciendo cuál es mi emoción, cuáles son mis palabras, qué es lo que pienso. Cada vez que digo algo con palabras, estoy diciendo qué es lo que pienso, qué es lo que siento, cómo está mi cuerpo. Estos tres subgrupos siempre trabajan en coherencia aun en los casos en que pareciera que no. Cuando alguien miente, dice algo que no piensa o que no siente, de alguna manera ese mensaje se expresa en el cuerpo: en el tono de voz, en la mirada, en un movimiento corporal. No podemos escapar a esta coherencia y es por esta razón que cuando el escritor NO SIENTE lo que escribe, EL LECTOR DESCUBRE LA MENTIRA. Tal vez no sepa por qué de manera consciente, pero recibió que eso era falso. Como cuando alguien nos dice que está bien y no creemos que esté bien, tal vez sea porque hayamos recibido alguna señal de su cuerpo o su emoción que nos dijo que no estaba bien. El mensaje se envió.

Y esto es lo que quiero dejar hoy: autenticidad. El escritor debe ser auténtico para que la emoción llegue. Eso no garantiza que les gustará a todos, eso garantiza que a alguien le va a llegar esa emoción limpia, alguien va a sentir ese puñetazo en las entrañas, a ese alguien que quiera ser feliz y se vea reflejado en esas palabras. No garantiza cantidad de lectores, garantiza resultado, garantiza golpe.


“La lectura debe ser una forma de la felicidad

y no se puede obligar a nadie a ser feliz”

Jorge Luis Borges.



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Ana Maidana


Coach Ontológico Profesional y escritora. También es miembro activo de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores). Publicó un libro de cuentos breves "Manzanas Maduras y otros relatos" (2009). Formó parte de la Comisión Directiva de la SADE de Escobar (2009-2016). Participó en una antología junto con 16 escritores de la SADE: "La Magia y los Poetas" (2012). Formó parte del jurado en el concurso literario "Ernesto Sábato" organizado por la SADE de Escobar (2012). Coordinó un taller de Expresión en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (2013). Participó del 9° Congreso Nacional de Escritores en la ciudad de Córdoba (2015). Este año (2017) se sumó a la Comisión Directiva de la SADE Central. Coordina el Taller Literario "El Pasaje" en Escobar, además coordina un programa virtual de Escritura Creativa "Escalón Rojo". Actualmente, coordina un taller para escritores en la SADE Central. Se dedica a asistir a escritores en el proceso de sus obras literarias con sesiones personalizadas. Tiene dos libros inéditos: un poemario dramático, "Carmelo", el otro es un poemario pronto a editarse, "Pausas de madera".




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