El bruto muro de la casa propia
Desarraigo
Estrías amputadas.
Tatuado de esperanza.
Mirada huérfana,
mueca cadavérica
enraizada en la tierra colorada.
Paleto en la gran urbe
anda el Misionero,
arrasado de changa en changa,
sudado en la pelambre
del yugo cicatero,
anudado en la orfandad
bajo el zumbido del machete.
Primer trabajo
a Claudio Garay
Sudor,
guadaña, estaca y martillo.
Lo que me encrespa
es el gruñido, la jactancia del que manda,
tan liado,
dislocado de tono.
Calle
Segundo cordón,
anillo que te prensa, te estruja.
Su mujer y sus cinco hijos,
su petate con la ropa, su virgencita
y sus bártulos.
Arrastra los pies, pisa la tiza del duelo.
El barro la espera, los ladridos
y las lluvias penetrando el techo.
Rabia.
Destierro.
Jornal halado.
Dos hijos enterrados.
Sin queja
Está sola,
marido ausente en changas lejanas.
Nueve hijos jugando al fondo de la acequía.
Está sola
y no suelta el humo de su pena.
Se sostiene sentada en una piedra
masticando el pan casero,
sin queja,
con el perol entre sus piernas.
Orilla
Los veo,
juegan cerquita lo más cerquita
(cala abajo, en la orilla).
Vigía
que los controla.
Invierno
que los lancina.
Vainas de choclo
sobre la sábila pajiza.
El sol que se aleja.
Guiso afásico.
Estampita sobre la mesa,
pote, escudilla y un par de velas.
Canturreo
con chillidos de cimitarra.
Noche que se fue sin desagüe,
sin agua corriente.
Anónimo
Es pura hornacina.
A mitad de camino,
él y yo.
Parva de lotes revolotean cielo
en un rincón de la inmensa estepa,
un pedacito de río serpentea con su álveo de piedras,
más allá un cerro.
Encontré clavada una pequeña cruz sobre la tierra,
adornada con orlas rojas y una pequeña estrellita azul,
una leyenda pringosa dice:
-hombre agradecido, ferroviario-.
Entre Esquel y El Maitén.
Paria
al pueblo de Helvecia
El río corre
mira flotar sus cosas
la foto de su madre y padre
que se ahogan
quedan los despojos.
Patagonia
Cruzo el arroyo
miro el confín verde
céfiros
agua que brota
desolados latifundios
alambre y horizonte
cielo escarlata
fe descuajada.
Así de simple
a Manuel, mi bisabuelo
Vino desprovisto,
trajo la espera entre sus manos.
Rescoldo que lo desgarra.
Pulgar amputado.
No lee.
Alma cuarteada.
Boca empastada.
conato descienden sus fornidos brazos
con los últimos rayos del poniente,
sus gruñidos, su voz acémila,
su cuerpo cernícalo,
hollado en la morriña.
Pañuelo de cendal sostiene su estampa.
Pico y pala... pico y pala...
nunca pudo terminar
el bruto muro de la casa propia.
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(Selección) El bruto muro de la casa propia, ediciones La yunta, Buenos Aires, 2018.