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Ces Le Mhyte

Hilos de Independencia


Tener la palabra, resistir.

Hacer del discurso más que acción comunicativa, más que pan y vino. El mosto del crear siempre en tensión con el deseo de perseverar en el ser no sólo del lenguaje sino,y fundamentalmente, en el ser de la cultura.


Todo templo implica ruina y toda ruina implica templo. En esa ambivalencia el arraigo da a luz los restos de la memoria.


La piel que se habita , entonces, ya no puede entenderse como garantía de una autonomía suprema.

Sin embargo, la voz, ese soplo incierto, que se refugia en el cuerpo, del propio cuerpo, nos alerta, nos indica la direccionalidad , el rumbo que toman esos hilos de Independencia.


La voz de la cultura, del cuerpo artístico en particular, evoca siempre la imagen última del mundo. Imposibilidad, de esta manera, que gira y deviene proximidad de lo posible.


Otro 25 de Mayo que repite, que trae de nuevo, que colma de presente, al primero, al de 1810; para representar el mito de la memoria y del olvido, y el mito del nuevo mundo.


Mito en carne viva, pleno corazón del fruto, plena realidad del goce, del sueño, del pasaje a otra forma más elevada del Eîdos.


Ese 25 de Mayo de 1810 en Argentina, respiró aires latinoamericanos. Sin embargo, aún hoy persiste una deuda con la América profunda.


Una América profunda que nos interpela y nos reclama un esfuerzo mayor para hallar el nombre justo para una libertad plena de derechos, exenta de aromas de ultratumba.


Reconocimiento que atraviesa fronteras, que desoculta un nuevo mapa y territorio. Nervaduras que acarician incluso voces en apariencia foráneas.


¿Qué es la extranjeridad? ¿Cuál es la diferencia fuertemente sostenible entre identidad y libertad? ¿Es tan evidente per se?


En este número de Refugios se honra la dura tarea de crear otras zonas de realidad, la dura tarea de esculpir un cielo inhóspito.


Desde Cuba, Giselle Navarro evoca la necesariedad poética de habitar por fuera de la herida trascendental, por fuera de lo que calla; Desde México, la fotografía novedosa de Verónica Mar remite a la mirada de los antiguos de Oriente sobre lo que queda del abandono, de la soledad, del naufragio; Desde Suecia, Víctor Rojas nos trae un relato dentro de otro relato, que exhibe la persistencia lingüística del poder erótico; Desde Macedonia, en versión trilingüe, Natasha Sardzoska nos ofrenda exilios que surcan al nombrar y lo nombrado; Desde el conurbano argentino, Mariel Monente y Ana Maidana, a través del verso a flor de piel y de la prosa descarnada, alertan sobre esa fuerza irresistible de pertenecer a un signo o a un atisbo de humanidad, a ese amor irrefrenable por encontrar una identidad libre de sacrificios, libre de panes de ceniza; Desde la Ciudad de Buenos Aires, la naturaleza de la hospitalidad se manifiesta en un laberinto, en un teatro, bajo la guía de Irene Bazzano y Diego Del Valle, que resignifica El malentendido de Albert Camus, y la promesa del mañana aparece en los testimonios visuales que capturan los dedos de la extraordinaria fotógrafa Mónica Hasenberg.


Entre cruce de géneros que, en otras palabras, abre el juego de un proceso que continúa en la búsqueda de legitimación de una autonomía que excede la arquitectura de este mundo actual, sumido en la espectacularidad de los afectos y las afecciones, que desborda las orillas del cosmopolitismo.-

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