Ángel de la enunciación
Porque es noche cerrada
y negarás tres veces
para que deba amanecer
así te ves ahora
desnudo
bañado en luminosidad
y esperarás lo que depare el día
ese animal se tragará las sombras
que podrían ofrecerte cobijo.
¿Has visto los árboles de vidrio? allá es en el invierno
llegaron otra vez los pájaros de hielo
a trizar una canción en tu garganta
el oído se acopla dispuesto al corazón, ya estás llorando
es tan irremediable la voz de aquella música, es el viento
y es la última hora, antes del anochecer.
Tomarás un manojo de ceniza
lo arrojarás al aire como un ramo de novia
será tu gesto grávido, tu señal de la cruz
cada gramo de nada que se eleva y se cae
será de tu semilla
simiente dispersada de lo que creías tuyo
y no será de nadie
oscurece
todo aquello descenderá en tu nombre.
Los jardines colgantes en el sueño
tenían reminiscencias de una selva
a la que grandes animales volvían de su infancia
cautelosos los párpados pesados del soñante
se abrían y cerraban como valvas
bajo el sol incendiado de la media tarde.
Y era como si hablara en lenguas; no, era más bien
como si hablara en una lengua muerta
una lengua olvidada que se habla a sí misma
o como se le habla a un huérfano
o quien sabe
como si nada aconteciera entre palabras
sino lejos de ellas, en el mundo de las cosas lejanas
las perdidas galaxias
la sombra de los existentes.
Teatro de sombras:
en un rincón
Jacob lucha con aquél que le ha enviado Dios
hacia el costado
Abraham levanta su cuchillo
pende sobre la silueta del hijo, el bienamado
Abel aún sigue vivo
mientras la zarza ardiente no termina de decidirse a ser ceniza
Booz observa a Rut a la distancia
ella declina de tal forma sobre las espigas
que pareciera ser parte de la suavísima ondulación
/que anuncia su momento
transcurre entonces algo así como un instante de templanza
pero he aquí que la mujer de Lot ya está girando la cabeza
se balancea el arca, se juegan las especies sus destinos
y las aguas se parten
y aquí estamos; buscamos en el tiempo y por el claroscuro
David lanza su piedra, nos demuestra
que también es posible ver caer al gigante
en el principio sigue siendo el Verbo
sobrevuela sobre todas las cosas
el ángel de la enunciación.
Se anuncian
son los últimos días
no llega el mensajero
no hay heraldo
no hay profeta que anuncie
son los últimos días
urna y ceniza
¿qué es lo que trae el viento?
no es el soplo de dios
son las voces que faltan
reverberan
caen en la maleza como flores cortadas.
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Estos poemas integran la última obra publicada por Raquel Jaduszliwer, Ángel de la enunciación, editorial Barnacle, Buenos Aires, 2020.