Ayer fuimos más que Dios
Clase Turista
Porque no estamos hechos
de carne ni de sangre como pretendemos
aunque alguno que otro traje parezca desmentirlo
Porque la humedad bisiesta de este pueblo
arropa formas innombrables y mezquinas
Y nuestras lenguas de trapo
achican dos talles en invierno
Y porque el sur también existe
en un afiche al menos
Porque soplamos semillas de amargón cada verano
para que alguien se eleve liviano en sus muñones
así enmohezcan los planos inclinados
Porque rezamos desnudos en las playas
y nadamos vestidos en nuestras sofocadas camas
y vacacionamos de oído
y hacemos de la fiesta una fanfarria
y porque sí
y porque el mar y la montaña
y estas ganas de ser otro
bajo una luna parecida.
A Robert F. Young
Toda la carne es hierba
Un despertar como de pájaro
en la jaula equivocada
y colas en el super
a la hora en que derrapan
la fiebre y su museo
La casa dada vuelta
uncida a los recuerdos
(un Poseidón henchido de naufragios)
Con el día crujiendo en el rescoldo
Algo en la causalidad cambia de mano
Prolijas/ tempraneras
las hormigas del patio del vecino
me acercan sus carritos
(en furtiva procesión la Reinas Magas)
El bamboleo de la existencia continúa
Como Tarzán en las lianas
Nosotros en los pasamanos
Las culpas repartidas con cada amanecer.
A Clifford D. Simak
Calidoscopio
Me voy cayendo al sol
Todos parecen darse cuenta
La hierba es fina
Mis manos transpiran soledad
ingravidez
La grave-edad desacelera para mí
con su manojo de arrugas
No hay cremas paliativas
para el cansancio de los materiales
Mi cuerpo es un satélite en desuso
Me voy cayendo al sol
como ellos
que encremados de espanto
reparten Pancután y botiquines
Ayer fuimos más que Dios
hoy somos pasto
Mis manos queman cromo
La hierba es inasible
Y el destino amarillo.
A Ray Bradbury
Platea baja
Los relámpagos queman la noche
La tonsuran
Sentados solos
en la sala de estrenos de Dios Padre
unos ojos palpitan la función
Dios aspira y unos nacen
Dios expira y otros mueren
Dios retiene su aliento
para batir un récord Guinness
y ocurren la resurrección y los aplausos
Lejos de la divinidad y las butacas
un niño juega al avioncito con su sombra
Le da vueltas al sol
como si el día todavía existiese.
A John Wyndham
La luna es una cruel amante
La luna se aleja de la tierra a 38 milímetros por año
3 metros cada siglo y
qué esperamos Amor para dejar las matemáticas y
el Word
y así salir a acariciarnos
Para untar nuestros dedos en la brillantina
Para abrir nuevos agujeros de gusano
en su cárcel tormentosa hecha de tiempo
No hay arrugas que curar
El miedo nos va tiñendo el pelo
Nos va haciendo parecidos
Esa vieja redonda
guarda un luto de grullas por nosotros
un milagro blando algunas noches
y el sexo carcomido
como un rayo secuestrado en dos espejos
No nos va a esperar
Vendrá a buscarnos la ladrona
y antes de retirarse a su molienda de huesos
ya estaremos deshidratados y en letargo
Casi hermanos de su prueba de exilio.
A Robert Heinlein
(De “Las Puertas de Tannhäuser”, 2011)
Anciano que mira su futuro y tiembla
No son las hojas del té
No es la borra del café
No son vísceras de aves
Es –eso sí-
una torcaza que agoniza
a un costado del asfalto
Un aleteo que ignora
su destino de espejo.
Humo
Está escribiendo
el poema perfectito
El poema huero
por añadidura
Ahí
parado sobre sus
propios pies
como un agua discutible
Está escribiendo
(pergeñando)
un poema de llanura
Su vaguedad es ley
Acusa sinos de impermeable
Un poema para terceros
todo silicio
todo anzuelo
todo humo.
Vivisección
A Cristina
A pecho abierto
masajeaba el corazón
de los batracios
Quería vislumbrar
los intersticios de la vida
detener la creación
en el instante supremo
del destete
Añoraba el bisturí perfecto
que la llevara
de vuelta
al caldo primigenio
Necesitaba de esas muertes
para seguir viviendo
Ella quería
-a pecho abierto-
ordenar las rutinas de su sexo
vengarse de las células
foráneas
arrasar cualquier vestigio
de posibles fiebres
entre la culpa y el perdón
Ella quería
un mundo sin fisuras
salvo
las de su propio corazón
Su propio sapo.
Sentencia
Rey de los rincones
Príncipe
de los ángulos rectos
le propinaron
un último castigo
En un centro
sin bordes ni paredes
mirar la vida
hasta disiparse.
Decime Dios
Qué es
este jadeo a cielo abierto
este aleteo como el
de un enorme colobrí
alrededor de tu imagen
privando para siempre
al mundo
de su noche más fiera?
(De “Hartó”, 2018)
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Eduardo Espósito (Buenos Aires, 1956)
Poeta. Gestor Cultural. Ha publicado. El niño que jugaba a ser Rayo, 1992; Violín en bolsa, 1995. Una novia para King Kong, 2005, Quilombario, 2008. Las Puertas de Tannhäuser, 2011. Poesía Completa, 2018. Hartó, 2018.
Participó en varias antologías, destacándose entre ellas Poesía en el subte, 1999. Antes que venga Ella, 2003. Italiani d’ Altrove, 2010. Nada de poesía, 2017.
Traducido parcialmente al inglés, italiano y bengalí.
Fotografía: Julieta Bugacoff
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