Dibujos en la tierra
LIBRO: DIBUJOS EN LA TIERA
AUTOR: MARCELO BARZAN
EDITORIAL: HALLEY
Marcelo Barzan, escritor entrerriano y radicado en Buenos Aires desde 2013, publicó su primer poemario Dibujos en la tierra por Halley ediciones en marzo 2020. Los poemas los fui conociendo de a poco, a través de los famosos “vivos” de Instagram. Un día tuve el libro en mis manos y me habló. Lo devoré y acá estoy, reseñándolo atípicamente para seguir conversando con él.
11
Mirá nuestras ropas
tocándose en el suelo
se encuentran más y mejor
que nosotros
chocándonos,
apurados.
Como las palabras
que sea caen del lenguaje
encuentran la poesía
más y mejor.
Tener un libro en la mano es perder el pudor y tocarlo como si el libro nos tocara, también. Los poemas de Dibujos en la tierra están numerados, las preguntas retóricas viajan a través del pensamiento de un poeta cuya mente sabe de ingeniería civil. Marcelo se apropia de la soledad, agacha la cabeza y escribe en un rapto de introspección entre tanto bullicio de ciudad. Lo hace mientras camina y viaja en colectivo, al estímulo también le sacó boleto. “Me dan ganas de escribir / sobre todo esto / entonces bajo la vista / para buscar una libreta / en la mochila. / Vuelvo a mirarte / ya estás despierta”.
El silencio ¿Cómo se habita el silencio? Una infancia aprehendida, con tierra y alguna que otra sonrisa, llega desde Entre Ríos a un departamento con balcón de Buenos Aires donde la pava siempre está puesta. Hay un ingeniero que mira por la ventana mientras la tarde cae, en la mesa se sientan alguna que otra preocupación, el recuerdo y también el amor. La mirada se vuelve poesía.
Invito a manosear -en el buen sentido de la palabra, o mejor dicho, no en el sentido que se le suele adjudicar- los versos de Marcelo Barzan. Conversar con alguien a través de la poesía es de las cosas más hermosas en este mundo extraño.
(…)
A veces me encuentro
con algo
que podría ser
yo.
Conversación con Marcelo Barzan
Belén -Dibujos en la tierra, yo veo a un niño que escribe ¿Es así?
Marcelo -Algo de eso hay, en realidad creo que hay un adulto dándose cuenta que fue perdiendo al niño, lo dejó allá olvidado; y la escritura del poemario es una punta desde donde tiro para volver a aprender a jugar desde un lugar que no es el mismo, porque hay todo un camino recorrido que me fue transformando. Sin embargo, sí hay un intento de recuperar los sueños y los deseos de ese niño y el ser niño en el sentido de la inocencia y el asombro.
Belén -¿Te acordás cuál fue el primer poema de este poemario? ¿Y el último?
Marcelo -El primero fue el 29: “pero el baile de la birome sobre el papel” Lo escribí cuando el poemario todavía no era ni un proyecto.
El último poema escrito es el 31, que habla acerca del miedo a la muerte de mi papá, ese es un poema que faltaba, cuando terminamos de corregir con Larisa Cumin, que me acompañó en todo el proceso, nos dimos cuenta que faltaba un poema que termine de redondear lo que pasaba con mi viejo que estaba enfermo y un día me cayó la ficha, me cayó el poema así redondito, lo escribí en menos de cinco minutos.
Belén -Conversando con vos, nombraste al disco de Los Beatles Sargent Pepper, entendí que de alguna forma activó ciertos puntos neuronales para poner en marcha el dispositivo creativo. ¿Qué te produce ese disco? ¿Escuchás música mientras escribís?
Marcelo -En realidad ese disco lo relaciono más con el segundo poemario que está todavía en proceso y me parece que es más pop. Este es tal vez Rubber Soul siguiendo con la analogía beatlera. Sin embargo, te puedo decir que Los Beatles fueron muy importantes en mi adolescencia, mi papá era fanático, tenía todos los long plays y entre los doce y los dieciséis años me la pasé escuchándolos, así que es seguro que me marcó, porque yo creo que la música interna, el pulso que lleva la escritura de uno, es algo que se forma en la adolescencia.
Respecto a la segunda parte de tu pregunta, la respuesta es no, no escucho música, me concentro más fácil en el silencio, pero seguro que la música que he escuchado antes me sigue trabajando mientras escribo. Es como cuando te insolaste y a la noche la piel te sigue ardiendo, bueno me parece que la música me sigue trabajando por dentro así, con un efecto diferido.
Belén -¿Dónde está Concepción del Uruguay en este libro? (No vale ser literal)
Marcelo –Uy, está en todos lados, desde el olor a torta fritas, el río que crece y las calles de tierra del barrio, hasta en mi forma de mirar Buenos Aires. También creo que en la cadencia –y esto lo estoy pensando por primera vez ahora, así que te agradezco la pregunta–, cierta forma lenta, casi pachorrienta de ir hilando los versos, que se parece a ese andar perezoso que tiene el río Uruguay y a la quietud de la hora de la siesta en Concepción.
Belén -El poema 5 ¿Podrían ser las hojas?
Tengo un sueño recurrente
camino por un sendero
hasta una puerta, la abro
bajo las escaleras
el guardia me acompaña
hasta un cuarto
que no tiene piso
ni paredes
ni techo.
Sólo queda caer
Marcelo -¿Las hojas que caen, las hojas de la tapa decís, no? Puede ser, aunque las hojas del árbol en un momento van a tocar el suelo. En este poema, en mi cabeza al menos, se cae eternamente, nunca se llega al suelo, yo lo pensé un poco como un homenaje a Kafka y a Juarroz, pero mi interpretación creo que ya no importa, al menos estoy seguro de que no importa más que la tuya o la de cualquier lector.
Belén -¿En qué contexto te imaginás a la gente leyendo Dibujos en la tierra?
Marcelo -En el bondi, en una plaza tomando mates. Ojalá que se lo lean los enamorados en la cama. Eso sería lindo ¿No? Perdón, lo poeta no me quita lo cursi.
Belén -El poema 11 es de mis preferidos ¿Qué pasa con el lenguaje en la poesía?
Marcelo -Yo creo que aunque uno use palabras del lenguaje coloquial, siempre se deforma un poco el lenguaje, se las usa de otro modo, ya que su función es hablar de lo que pasa desapercibido en la cotidianidad.
Belén -La pava y el mate, fieles compañeros en todo el recorrido ¿Qué te dicen hoy, en “la nueva normalidad” que estamos construyendo?
Marcelo -Llevame a la plaza Marceeee!!!! Qué sé yo, tomo mucho mate solo, entre otras cosas amaso mis poemas en mi cabeza mientras tomo mate, pero también me gusta el mate compartido, me gusta cebar mates, cebarle a otro, y el mate en este contexto me habla de un montón de gente que extraño, que quiero abrazar y con quienes hace un montón de tiempo que no tomo un mate. Desde los cinco años más o menos que empecé a tomar mate con mi mamá, nunca estuve tanto tiempo sin compartir un mate. ¿Es un montón, no?
Belén -Sos ingeniero civil, para mí los ingenieros son prácticos y buenos en física y matemática. ¿Qué le diría el “Marcelo poeta” al “Marcelo ingeniero” con esas tres palabras?
Marcelo -Si, acertaste dos de tres, no sé si soy tan práctico, las otras dos creo que sí. Tal vez le diría que esto es más parecido a la ingeniería de lo que pensábamos y también le agradecería por las metáforas con las cucharas de albañil, la humedad, la casa y todo eso que están en mi escritura.
Belén –¿Podrías compartir una frase que le de la mano a Dibujos en la tierra y anticipe tu próximo libro?
Marcelo -Una frase no sé, el poema desde el cual se puede dar el salto al segundo poemario es el 24: “Quisiera que me veas”. Una frase podría ser: “Mirá nuestras ropas”, porque el segundo poemario va a ser mucho más dialogado.-
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