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  • Ezequiel Inzaghi

El cine y el problema de la expresión

El cine denominado convencional y su relación con el cine de Jean Luc Godard, Pier Paolo Pasolini y Andrei Tarkovsky


Conforme nos enseñan muchos maestros del guión, la enorme mayoría de los espectadores opta por ver un cine convencional y normado, tanto en cuanto a su estructura como en cuanto a su contenido y en cuanto a su forma y a sus recursos narrativos.

Si tuviéramos que describir brevemente las características de este cine, podríamos señalar que el guión va a responder a una estructura clásica de principio, nudo y desenlace, en consecuentes tres actos. En el primero se planteará el tema de la película, quién es el héroe, cuál es su objetivo, qué se le opone. El segundo comenzará con un punto de giro que obligará a ese héroe a actuar, a enfrentar una serie de obstáculos para lograr su objetivo. En el transcurrir de este acto, las fuerzas que se le oponen se harán más fuertes, al punto tal que se verá prácticamente vencido. Sin embargo, en el tercer acto, el protagonista, generalmente a partir de una autorrevelación, podrá resurgir y sobreponerse para un enfrentamiento final que será el clímax de la narración.

Dentro de esta estructura hay múltiples posibilidades, riquezas y matices. Es una estructura sumamente atractiva a nivel narrativo, sobre la cual se han escrito libros con infinidad de ejemplos. Hay autores que fijan varios puntos intermedios en estos tres actos, hasta incluso determinar en qué momento de la película estarán las escenas que luego aparecerán en el tráiler. El fallecido Blake Snyder en su obra “Salva al gato” propusó una clasificación de diez géneros, cada uno con tres reglas, en donde pueden incluirse, según su visión, todas las películas.

El denominado cine convencional va a optar también por un estilo de continuidad en su montaje. Va a respetar ciertas reglas que se fueron elaborando a través de la historia del cine, en la evolución de su praxis, para poder hacer invisible el corte. Por ejemplo, respetará el eje de la acción, cierta proporción de los tamaños de plano y la correspondencia en la dirección de las miradas. Es menester aclarar que lograr la mentada continuidad requiere un gran esfuerzo. Todos los miembros del equipo de filmación tienen que estar atentos a respetar esas normas y existe un rol en el cine, el de continuista, especialmente consagrado a dichos fines. No debemos olvidar que el cine se construye, por regla general, a partir de la fragmentación. Un momento dentro de una misma escena que vaya inmediatamente antes o después del otro puede ser filmado con varios días o semanas de diferencia.

Asimismo, dentro de éste tipo de cine, la actuación es esencialmente realista. No es casual que las enseñanzas del maestro ruso Stanislavski hayan sido tomadas por Strasberg y que éste último, a través del Actors Studio, haya fijado el denominado “método” como norma para la actuación cinematográfica.

Y por último, pero no menos importante, debemos hablar de las condiciones de producción. Se trata de películas de presupuestos altos, que deben cumplir con contratos muy costosos y que invierten muchísimo dinero en distribución y promoción. Se estima que del presupuesto de una película de Hollywood, la mitad es para lanzamiento y publicidad. Asimismo, la búsqueda del High Concept (films basados en premisas breves, universales y atractivas) y de las denominadas franquicias prevendidas (secuelas, historias basadas en obras exitosas preexistentes, etc.) se constituyen en la regla. No puede obviarse que es un cine que debe ser vendido a todo el mundo para lograr recuperar el costo de la inversión así como la obtención de beneficios. Según el autor que leamos, se estima que entre un 40% y un 60% del mercado de Hollywood está por fuera de las fronteras de los Estados Unidos.

Como corolario a todo lo expuesto, libros como “Cultura Mainstream” de Frederic Martel, explican que el principal negocio de las multisalas no es tanto la venta de entradas, sino la venta de pochoclo y afines. La película más “pochoclera” también pasa a ser la más exitosa, y eso es parte del negocio, del negocio grande, que mueve cientos de millones de dólares.

Ahora bien, dentro de este cine podemos situar a directores absolutamente disimiles. Pero podemos decir, a grandes rasgos, que es un cine fundamentado en la invisibilidad del estilo y que narra un relato más bien objetivo y en tercera persona.

En contraposición, los directores propuestos por la Mesa Debate “El Cine y el problema de expresión” organizada por la Revista Cultural Refugios, realizan un cine mucho más difícil de catalogar, en el cual se experimenta y se reconoce una autoría. En efecto, Godard, Pasolini, Tarkovsky son directores únicos porque son artistas únicos.

Veamos brevemente las características del cine de cada uno de ellos y también cómo funcionan en forma opuesta a las del cine convencional:

El cine de Godard se caracterizará por romper el estilo de continuidad (tanto en el montaje de imágenes como en la música y el sonido) así como por la incorporación de elementos como rótulos, cambios de color, citas o la incorporación de comentarios dirigidos al espectador, entre muchos otros. De esta manera logra poner en discusión (a nivel estético e ideológico) la forma en que se hace y se consume el cine, rompiendo los cánones narrativos. En su obra “Historia(s) del Cine”, el director francés toma postura sobre el cine de Hollywood y sobre el cine como lenguaje. Con su particular estilo, nos regala una serie de reflexiones entre las que podemos destacar las siguientes: ¿Producir debe contraponerse al decir? El cine no es industria de comunicación. No es industria del espectáculo. Es industria de la cosmética. Es una fábrica de sueños… ¿sueños falsos? No es real, pretende ser más real que lo verdadero. Es industria de la evasión, donde la memoria es esclava. Es heredero de la fotografía, no es arte, no es técnica, es un arte sin futuro (porque es presente), es misterio. Una fuga hacia la belleza, crea lo imperecedero con lo perecedero. Primero la obra, luego las personas. Trabajar con el corazón, no con las manos. La nouvelle vague (grupo de directores franceses del cual Godard formó parte) no recibió pasivamente la historia cultural del arte. La influencia de la historia del cine se proyecta, porque el cine se proyecta, mientras que el espectador televisivo es rechazado. ¿Qué es el cine? Nada. ¿Qué quiere? Todo. ¿Qué puede? Algo… de lo absoluto, de las tinieblas; igualdad y fraternidad entre lo real y la ficción.

El cine de Pasolini tiene una marcada evolución estética desde sus primeras películas hasta las últimas, aunque siempre estuvieron atravesados por lo poético. Los medios utilizados a nivel narrativo, más allá de lograr el crescendo dramático, intentaban provocar la reflexión en el espectador. Recurría para ello a la violencia, al erotismo, al desenfado expresado en un humor sórdido y crítico de la moral imperante, adaptando en algunos casos y con su particular visión, obras clásicas como Medea y Edipo Rey. Ha reflexionado sobre el cine como lenguaje. Lo considera como una “lengua escrita de la realidad” que se manifiesta en acciones, donde, a través de imágenes concretas, objetivas, el director escoge objetos, paisajes y personajes como sintagmas que tienen una larga historia pre-gramatical. Ahora bien, mientras que la función de la prosa es comunicar, la función de la poesía, para el autor citado, es transportar a estados interiores, “comunicación con uno mismo”. En tal orden de ideas, a partir de esos elementos objetivos, se procura la subjetividad. Por ello, en la búsqueda de lo poético, propondrá el paso de “no hacer sentir a la cámara” a “hacer sentir la cámara”, que implicará una forma de mirar particular.

Tarkovsky, por su parte, rechaza el cine de género, considerándolo como productos comerciales y artificiales, objetos de consumo para las masas. El cine debe superar esos límites para alcanzar la lógica de lo poético, por encima de la lógica dramatúrgica clásica. Se debe escapar de la literalidad, procurando lograr mayor emotividad y estimulo en el espectador. Pretender una representación naturalista, escapando al artificio, buscando reproducir la vida en su complejidad y su verdad absoluta, siendo el objetivo del arte tratar de explicar al hombre cual es el objeto y motivo de su existencia. Para el realizador ruso el cine recoge formas y fenómenos fácticos (hechos) esculpidos de un bloque de tiempo. La observación individual y personal de los hechos reales de la vida, situados y organizados por el tiempo, será la imagen cinematográfica. Cabe destacar que no apostaba por un guión de hierro, sino más bien por una estructura que pueda sufrir cambios, aunque sostenía la importancia de partir y ser fiel a la idea principal de la película, sabiendo qué se quiere decir, ya que en ello radica la poética del cine.

Claramente podemos concluir que los tres directores apuntados rechazaron la forma de filmar convencional, ocupándose de pensar el cine como lenguaje, pretendiendo que el autor no se esconda, oponiéndose a la invisibilidad de estilo. La búsqueda de lo absoluto, de la subjetividad, de lo poético, está presente en todos ellos. Quizás podamos aventurar, a riesgo de ser esquemáticos y reduccionistas, una mayor preocupación en Tarkovsky por la emoción, en Godard por la reflexión y en Pasolini por la provocación, pero lo cierto es que los tres han logrado un estilo único e inconfundible que ha influido y sigue influyendo, además de provocar admiración, en nuevas generaciones de directores.

Ahora bien, la separación entre un cine convencional y un cine de autor existe y no muere con estos grandes autores (los contemporáneos Lars Von Trier, Emir Kusturica, Wong Kar Wai, David Lynch, entre muchísimos otros, podrían entrar en ésta última categoría). Claramente cada tipo de cine apuntará a un mercado distinto, tendrá un presupuesto, una forma de financiación y distribución diferente. Asimismo el espectador también ha ido evolucionando y cada vez demanda más de ambos. Y afortunadamente existen grandes obras de ambos tipos de producción.

Daniel Tubau sostiene en su obra “El Guión del Siglo XXI” que “la historia de cualquier arte suele ser las de la lucha…entre las formas establecidas y las nuevas formas, que después, cuando triunfan, se convierten en lo establecido y son puestas en cuestión de nuevo”. Así, en los años sesenta y setenta del pasado siglo, la rebeldía contras las formas convencionales se había convertido en la norma, mientras que en los ochenta se volvió a la fábula sencilla y a fórmulas conservadoras. No es casual que la obra cinematográfica de Pasolini y la mayor parte de la obra de Tarkovski pertenezca a dichas décadas y que Godard haya realizado sus obras más resonantes y de mayor proyección internacional en el mismo período.

Entrando en el terreno de la opinión personal, quizás las películas más inolvidables sean aquellas en las que lo narrativo y lo poético pueden conjugarse de manera única. Uno de los directores más admirados por la Nouvelle Vague era Alfred Hitchcock, quien trabajando en el esquema de estudios de Hollywood, elevó el lenguaje cinematográfico a un nivel diferente. El mismo Godard lo definió como el poeta maldito que ha tenido el siglo XX. Un creador de formas que logró un estilo personal, siendo un referente indiscutido a la hora de pensar el lenguaje cinematográfico.

A modo de reflexión a futuro, cabe preguntarnos qué tipo de espectador será el del siglo XXI. En el horizonte aparecen productos transmedia, donde desarrolladores crean universos completos que implican obras en múltiples soportes: películas, video juegos, libros, comics, documentales, páginas webs, fan pages y foros de discusión y opinión que incluso muchas veces influyen en el devenir narrativo de las obras o que se cruzan en juegos de intertextualidad fascinante, incorporando la interactividad.

Como conclusión, creo que nunca debe subestimarse al espectador. Aún ante el cine más convencional, el público sabe distinguir entre una buena y una mala película. Por lo demás, tanto el cine convencional como el cine de autor son realizados por infinidad de profesionales talentosos, en todas las áreas, incluyendo a los artistas de efectos especiales digitales que logran crear en sus computadoras universos únicos, cargados de simbolismo y de gran belleza pictórica. El cine es un arte y también una industria. Y por ello es lógico que existan productores que quieran ganar dinero con sus películas minimizando el riesgo y también artistas que quieran arriesgar en cada obra, logrando muchas veces llevar este arte maravilloso (y también costosísimo), a nuevos niveles expresivos.-


Ezequiel C. Inzaghi



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Disertación sobre El cine y el problema de la expresión, mesa debate organizada por la Revista Cultural Refugios.

Dicho encuentro, que además contó con la presencia de Pat Hryb, Hilario Quinteros, Belén Corso y Ces Le Mhyte, tuvo lugar el 28 de Marzo de 2018 en la mítica Caburé Libros, ubicada en San Telmo, Buenos Aires.



Ezequiel Inzaghi, es cineasta, guionista, dramaturgo y director teatral. Dirigió los cortometrajes La línea de la vida, Bocetos para una eternidad corta- meros apuntes de un poema visual, Segundos afuera, Feodor y Lito. Dirigió la obra El dolor de las hojas en el Teatro Cervantes yla Ex Esma. En 2012 se destaca su dirección en la película La cola y próximamente estará estrenando su film El jardín de la clase media.













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