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  • Mariel Monente

La antorcha inagotable o lo que resiste




LA ANTORCHA INAGOTABLE O LO QUE RESISTE


Presentación de la obra Bosque de Helenas, de Mirta Venezia.




El bosque está oscuro pero la antorcha está encendida, la poesía brama, ha perdido la palabra en el destierro. Pero insiste, y nos arroja a las fauces de sí misma sin miramientos ni falsas verdades.

Debo confesar: descreo de los libros de poesía de género, pienso que atrapados por estos reduccionismos , miramos el árbol sin ver el bosque. La historia, la lucha individual para ser parte de una tribu nos involucra a todos y a todas. Es nuestro más profundo desafío, ser en grupo, ser con otros y otras, ser a la par y en bandada.


La poesía siempre es poesía o no lo es.


La mujer en primer plano habla de lo que hay detrás, el desafío de ganar un lugar sin perder lo más íntimo de nuestro ser.

En Bosque de Helenas habla una voz femenina, y profundamente humana.

La voz poética nos introduce y nos participa de un recorrido que es la vida misma, sus vicisitudes y la insistencia. Todas fuimos otras, todas exilios, buscando en el destierro un lugar para saciar la sed.


¿Exiliadas del bosque o en el bosque?


O el bosque es lo construido, lo sembrado con el brote de la sangre de la herida.

Todas las fuentes son sequías en la lava del deseo.

Donde la palabra, siempre la palabra, hace el milagro y aparece el plural, la primera persona del plural: la otredad.


“ella despierta a otras que brotan como haces de luz”


Aquí la magia, la belleza de lo múltiple (no especular ni narcisista) si no facetada, imagen donde lo múltiple es sólo una parte del todo, la ilusión de completitud.


Las Helenas (multiplica espejos verdes)

Helenas asolean el cosmos, dice.

(Página 25)


En el límite del bosque hay un espacio de no ser, no poder, no reconocer, la escritura pone límite y deja un afuera donde sólo hay olvido.

La escritura es el No olvido, su imposibilidad.


Lo que no puede decirse:

Extranjera de sí busca un camino de regreso a lo que fue antes de la otra, oculta entre gruesas túnicas.

Adolece de mudez, busca la lengua, los bordes del lenguaje, los lugares extraños donde la palabra eclosiona en multiplicidad de signos…pierde las formas convenidas, explora, explota, en caracteres que buscan romper los límites del no decir: invoca al lector lúcido atento, despierto, lo sacude en las variantes posibles de una estética que dice mucho de los estados a los que puede arrojarnos la búsqueda, cuando es legítima, cuando es poesía.

El enigma es un espejo donde leerse a través del POEMA, de su voz, alguna vez callada silenciada, que pugna entre palabras, en los intersticios de la imagen


lo que no puede consolarse

Con el pan de la palabra, dice.

(Página 31)

Dh



1º estación


Otoñar en la palabra


Hoy me circuncido

De la única sutura

Del único amadísimo nombre

Himeneo que jamás será


Se ofrece a los ciclos, a otoñar, dejar ir entre desesperos e ilusión, a exhibir esto que no ha sido nombrado.

Cada ciclo se reinicia y es un giro, es redondez< femenina de vida y rebrote.

Otro renacer en el bosque se gesta, desde la sutileza de la caída de sus hojas, las aves migran y los silencios empiezan a ocupar los espacios donde estuvo alguna vez la palabra y el ser que ya no es ni será: Helena con sus atributos de efímera belleza.


Vientre deshojado


Hay suturas y silencios donde acunar el llanto de dios


La ausencia se desborda e inunda zonas prohibidas, ( “busca el caballo pétalo”)


(Página 36)


Llegar al hartazgo le muestra a nuestro personaje que en su propia sombra hay un goce, ser su propia amazona.


En cada escena de cada estación aparece afortunadamente el fantasma del cómo decir que es la poesía misma. En esta búsqueda de lo inefable, desoye, la autora de certezas ni aseveraciones, felizmente, siempre en el borde de la pregunta, siempre en el entorno de la poesía.

La muerte, a la ausencia, los lugares donde estuvo la risa y el pan sin hambre; no hay diccionario posible que ilumine la escena, la cópula sabiéndose más vivos en la muerte,

( destaco en este poema la riqueza de imágenes desbordantes)


Flash


Maravilla el reflejo, la instantánea, el tiempo siempre en

huída, para mostrar con el dolor del deseo, siempre en fuga

que el encuentro es consigo, con su deseo.


Con su ardor, escondido y hallado al fin en un flash.


Helena, las helenas, es la que es la esperada, y hallada, el espejo ilumina la belleza, deslumbrante, la que diosa, soy Ulises y tiemblo de mí.

Aparecen las distintas facetas, como el ojo de un artrópodo donde verse en cada estado de amor y su pérdida, Julieta, Frida, Ofelia…cada una anida en su poema y así es helena con las demás.


Ella es de nadie y es ella misma: El rodeo de llegar a través de la o las otras.


Lo que insiste


El cuerpo en casa caracol bajo siete llaves los tesoros de su amor,

lo dicho, la ausencia y su pequeña muerte esperando ser detonada.


Ella, Helena, conoce las llaves del poema y se guarda.

Para no verse, para no ser vista dice la ausencia.


Nombra y todo se cierra. Y es otra vez la poesía.

Aquel lugar donde se invoca al silencio y la palabra, la búsqueda del nombre, lo inefable.


El olvido revelado

Brota poesía

Alentándome a que arda. Y sea lo que era.



Para que otra vez resista. Antorcha nunca fría, de su luz, abrevan y se nutren los seres presentes a través de la poesía: Lo que resiste.



Mariel Monente,

Buenos Aires, Agosto 2020.







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