La estrella de Belén y la Cruz del Sur
Estrella de Belén (conjunción de Júpiter y Saturno)
Con una estela de pandemia, muertes, hambre, guerras e incertidumbres, 2020 nos va dejando sin cejar en su embate. Las transformaciones y oleadas sucesivas de la Covid-19 y la pelea comercial entre laboratorios y potencias por el control de la venta de vacunas alimentan nuestro miedo. También, la sospecha de que desde las redes y los media se nos engaña y controla con el objetivo de limar nuestras resistencias a convertirnos en autómatas de un sistema despiadado. Inmerso en la coronacrisis, nuestro dolido planeta la experimenta como emergente cruel e intensa de crisis estructurales instaladas desde antaño: la ecológica, la del hambre y la pobreza, la de las guerras sin término, la de la explotación ilimitada de recursos naturales, la de la falta de trabajo y de horizontes para una vida mejor… Grandes muestras de solidaridad, sobre todo por parte de trabajadoras y trabajadores esenciales y de comunidades que se han hecho cargo del sufrimiento de sus integrantes y de otros grupos, pueden contrastarse con el egoísmo exacerbado de quienes sólo han pensado en un incremento de sus ganancias. Lo mejor florece y lo peor se manifiesta en grado obsceno.
Tiempo de agorerías y presagios, los últimos días de este año tremendo parecen convocarnos a escudriñar futuros, tanto inmediatos como lejanos. Proliferan horóscopos, adivinas y “cabuleros”. También hubo algunos fenómenos celestes poco habituales, tales como un eclipse del sol, que fue objeto de interpretaciones negativas, y la conjunción de Júpiter y Saturno en el momento del solsticio de verano por esta parte de la Tierra. Esta conjunción señala el comienzo de “la Era de Acuario” y sus promesas de armonía, como se cantaba en los años sesenta del siglo pasado. En nuestras metrópolis neocapitalistas (¿necrópolis?) alejadas de las culturas campesinas escasean los sabios que puedan atisbar certeramente en el cielo algunos signos de esperanza.
Los oráculos del primer grupo no merecen atención. El diálogo con quienes poseen saberes ancestrales y viven en sus comunidades resulta actualmente casi imposible para la mayor parte de los seres humanos. Así y todo, quizá valga la pena detenernos algunos momentos en las imágenes e ideas que surgen cuando evocamos dos astros simbólicos: la Estrella de Belén y la constelación de la Cruz del Sur.
I
“La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría” (Mt. 2, 9-10).
Toda niña y todo niño que adviene al mundo -mis oídos ancianos se resisten a escribir “niñes”, con corrección de género-, aún en épocas difíciles, es mensajera/o de promesas. Alegría. No se trata de un acontecimiento individual, sino comunitario. Diversos pueblos han puesto sus esperanzas en el nacimiento de un niño divino en tiempos de tribulación, tal como lo expresó poéticamente Virgilio en su Égloga IV. Porque cada nacimiento abre posibilidades nuevas de liberación y de libertad, y reinicia la historia. Hecho ambiguo, sin embargo, como la existencia misma de los seres humanos: liberación y sufrimiento van a la par. Así, oro, incienso y mirra, los presentes de los Magos, conjuntan regalo, veneración y anuncio de martirio, para el cordero del sacrificio por antonomasia, el siervo de Yahvé, el hijo de Dios encarnado en su pueblo sometido y doliente para padecer y resucitar con él y por él. Como dice la copla tradicional hispanoamericana: “La cabeza de este Niño, / chiquitita y bien formada, / luego la hemos de ver / en la cruz muy coronada”. Indudablemente estas líneas dedicadas a la Estrella de Belén carecen de todo afán teológico, pueden ser consideradas algo heréticas por algún afán inquisitorial y sólo pretenden proporcionar un espacio de paseo tranquilo por imágenes, textos y evocaciones a creyentes y no creyentes. Por eso concluyo este acápite con unos versos de Jacobo Fijman, poeta argentino, cantor como pocos del ciclo de Navidad:
“Antiguas puertas se han abierto.
Yo entro bajo la estrella” (Estrella de la mañana XI).
II
“I' mi volsi a man destra, e puosi mente a l'altro polo, e vidi quattro stelle non viste mai fuor ch'a la prima gente.
Goder pareva 'l ciel di lor fiammelle: oh settentrional vedovo sito, poi che privato se' di mirar quelle!” (Dante Alighieri, Comedia, “Purgatorio” I)
En el primer canto del “Purgatorio” de su Divina Comedia Dante Alighieri hace alusión a las “cuatro estrellas”. Con su hermosa sensorialidad visual y sonora, estos versos citados en el epígrafe suscitan más de una reflexión. El poeta ha salido del infierno al aire puro y contempla aliviado el gran escenario de cielos color zafiro y los transparentes círculos astrales, siendo atraído primero por Venus y la constelación de Piscis. Inmediatamente, vuelto a la derecha, dirige la mirada atenta y asombrada hacia la primera esfera de las estrellas fijas donde brilla magnífica la Cruz del Sur y aclara que sólo había sido conocida por la prima gente. Los astrónomos señalan actualmente que la constelación pudo dejar de verse en Europa hacia el año 5.000 antes de la era común, conocimiento que no tenía el Dante; pero fiel a la cronología bíblica bien pudo pensar que la prima gente fueron Adán y Eva en el Paraíso. Si se sigue en la lectura de la Comedia, continúan los descubrimientos sugerentes: ¿no está acaso situado el Paraíso terrenal en la cima de la montaña del Purgatorio, que, por otra parte, queda en una isla del continente que recibió el nombre de América hacia 1501, casi doscientos años más tarde? Sorprendido por el esplendor de los destellos de nuestra Cruz del Sur, el poeta une al gozo personal el del cielo todo para expresar su intensidad y se lamenta la “viudez” que aqueja al hemisferio septentrional, en tanto privado de mirar esas estrellas. Vedovo, “viudo”; término extraño para este contexto de cosmología sacropoética. Los buenos poetas no acostumbran a emplear palabras simplemente porque éstas ayuden con la rima o el metro. Si el hemisferio norte queda por Dante calificado de “viudo”, cabe la pregunta: ¿de quién?, con su respuesta inmediata: del Sur.
Desde 1492 Europa comienza un largo proceso de dominio mundial autocentrado y “viudo”. El Sur en su conjunto, primero América e inmediatamente África, se convierten en objeto de su apetencia omnívora. Bien lo sabemos y padecemos en carne propia. El mundo se desplaza hacia el Atlántico y la historia se torna planetaria por obra de “descubridores” y conquistadores privados de sus mujeres o célibes, difíciles para el amor, que al encontrarse con la Crux celeste confundieron su mensaje de concordia universalista con una invitación a la depredación. “Viudos” para siempre, no supieron ni quisieron amar, salvo excepciones, y pretendieron imponer por las armas o el Evangelio verdades, idiomas, costumbres, instituciones económicas, sociales y políticas. De indias violentadas y de negras esclavas, así como de inmigrantes pobres, se originaron estirpes no por bastardas menos creativas. Bajo el signo de la condición colonial, se desplegaron los siglos de un capitalismo cada vez más atroz y de multiplicadas resistencias sabias, verdaderas epopeyas de heroísmo y dolor de nuestros pueblos.
Cruz del Sur: ñandú celeste para los guaraníes, mapuche rastro o huella del choique, pata del ñandú para los bororo, cabeza del suri para chahuancas y chiriguanos, signo propicio para la siembra en las culturas del maíz y, entre los incas, chacana (escalera o puente entre los tres mundos y representación del universo). Debido a mi ignorancia del tema no puedo continuar este rastreo en otros continentes, que también se cobijan bajo su luz y se dejan orientar en su abrazo. Dicen los astrónomos que el polo sur celeste se puede determinar prolongando en línea recta el brazo mayor de la cruz tres veces y media, hacia los pies de la cruz; y que bajando en forma vertical a partir de ese punto se determina el Sur Terrestre. Los pueblos conducidos por la Cruz del Sur, con avances y retrocesos, fueron sumando logros de independencia política y de liberación cultural y económica, en la afirmación de la vida buena como fundante de todos los valores que hacen digna la existencia de los seres humanos en sus comunidades y con la naturaleza.
Hay todavía una conjetura astronómica más, lograda en un simulador planetario, antes de terminar este saludo: hace unos dos mil años, cuando nació Jesús (cuyo símbolo es la cruz romana de su ofrenda), la Cruz del Sur era visible desde la latitud de Jerusalén, de Mesopotamia y de Persia sobre el horizonte en la medianoche durante el mes de febrero. Tal vez fuera entonces la Estrella de Belén que guió a los Reyes Magos, según cuenta la Biblia. El abrazo de la Cruz del Sur sería así planetario, y su mensaje de paz, universal.
¡Feliz Navidad!
¡Entremos a la re-existencia bajo la Cruz del Sur!
Crux o “Cruz del Sur”
Chacana
La “huella del Choique” en el cielo austral
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Alcira Beatriz Bonilla (Bs. As., 1944) es doctora en Filosofía y Letras (sección de Filosofía); otorgado por la Universidad Complutense de Madrid y el Ministerio de Educación y Ciencia del Reino de España, 1985.
Su actividad en la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras:
Directora de la Sección de “Ética, Antropología Filosófica y Filosofía Intercultural” del Instituto de Filosofía “Dr. Alejandro Korn”, desde 2014;
Directora del Proyecto de Investigación UBACyT “Ciudanía intercultural”, desde 2014; Profesora titular regular de Antropología Filosófica en el Departamento de Filosofía. Profesora adjunta regular del Área de Filosofía Práctica (Ética y Problemas Especiales de Ética) (desde 2009); Consejera directiva titular por el claustro de profesores, desde 2014; Co-coordinadora del Programa de Actualización en Docencia Universitaria, desde 2013; Integrante del Comité Académico del Programa de Actualización en Docencia Universitaria, desde 2012;
Integrante de la Comisión Técnica Asesora Nº 3 (Humanidades), Secretaría de Ciencia y Técnica, Universidad de Buenos Aires, desde 2012.
CONICET
• Investigadora Principal
• Directora del PIP CONICET (2011-2013). “Perspectivas éticoantropológicas para el estudio de los condicionantes culturales de la construcción de ciudadanía” (desde 2011).
Premios y distinciones
Premio a la Producción Científica y Tecnológica (UBACyT), Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1994.1993, 1992.
Huésped académico de la Università degli Studi di Macerata, Macerata, Italia, 1992. Tercer premio nacional de Filosofía y psicología, producción 1985-1988, otorgado por la Secretaría de Cultura, Ministerio de Cultura y Educación, al libro Mundo de la vida: mundo de la historia (Buenos Aires, Argentina Biblos, 1987), 1992.
Membresías
. Miembro titular de la Asociación Internacional de Filosofía Intercultural, desde 2003. . Miembro titular del Círculo Latinoamericano de Fenomenología (CLAFEN), México DF, desde marzo de 2000.
. Miembro plenario de la Asociación Filosófica de la República Argentina (AFRA), Buenos Aires, desde 1996.
. Miembro titular de la Sociedad Argentina de Profesores de Filosofía (SAPFI), Buenos Aires, desde 1994. Ha dictado seminarios, cursos, conferencias y cátedras de posgrado y posdoctorales en Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires; Universidad Nacional de Río Negro, Sede Atlántica (Viedma); Universidad Nacional de Mar del Plata, Facultad de Humanidades; Universidad del Salvador (Buenos Aires); Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Catamarca; Universidad Nacional del Nordeste; Universidade do Vale do Rio dos Sinos, San Leopoldo, Brasil; Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy; Facultad de Humanidades y Técnicas de la Comunicación Social, Universidad Tecnológica Metropolitana, Santiago de Chile; Facultad de Filosofía, Ciencias de la Educación y Humanidades, Universidad de Morón; Doctorado en Ciencias Económicas, Universidad Nacional de La Matanza; Especialización y Maestría en Gestión Ambiental, Escuela de Postgrado, Universidad Nacional de San Martín; Filosofia, Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande Sul, Porto Alegre; Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta; Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo; Université du Québec à Rimouski, Québec, Canadá;. Doctorado en Humanidades. Filosofía y Literatura. Universidad Nacional de Tucumán y Universidad de Buenos Aires: dictado del curso de posgrado Antropología, política y estética del exilio en la obra de María Zambrano, Fernando Aínsa y Juan Gelman, 2011)., entre otras calificadas actividades académicas. Obras publicadas
Racismo, genocidios, memorias y justicia (Coord.). Patria Grande: Bs. As., 2015.
También fue publicada en La Enseñanza filosófica. Cuestiones de política, género y educación, y en La enseñanza de la filosofía en debate, ambas bajo el sello editorial Noveduc.
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