Pétalo nocturno
El abejorro volvió a la Flor de nácar, hace semanas que lo veo ahí
se habrá enamorado, yo también me hubiera enamorado.
A veces pregunto quién seré en este jardín.
El viento estático por un momento,
miro al cielo
hago la pregunta
una bandada de pájaros.
Parpadeo
me despierto.
***
Lamer de a poquito tu herida rota
cáscara de pomelo con miel.
Acercarme pudorosa a tu piel
decidir si quiero con o sin espuma.
Delimitar las zonas preferidas
los portales húmedos
Abandonar la pena
No pensar.
Te permito un único murmullo.
Vamos.
***
Voy a llenarte la boca de fruta
sabrás pronunciar mi nombre cuando desnude con lengua
el desamor que te acobarda.
***
Paisaje de amor muerto
Hay un jardín en el olvido.
Alguna vez alguien, llamó a todo esto “amor”.
Y el día se hizo tarde y la tarde devino en noche,
y cuando la noche en penumbras
alumbró lo que el sol alimenta,
un perfume exquisito avivó.
La nombrabas como esa golosina tan rica,
llena de colores y en cada giro una risa feliz.
Te cabe en una mano
la piedra preciosa,
qué afortunado que eres,
hallaste entre lilas y rosas.
El rayo de luz primero,
que gracias a él, descubres el paisaje,
alumbra la naturaleza nuestra,
que con sudores y sin quejas
procura de sí la vida y la muerte.
***
Acuchillar los jardines cargados de memorias,
podar los frutales de besos
y morir la enredadera de tu cuerpo.
Abandonarte y abandonarme,
como si hubiera alguna diferencia.
***
Y me regocijo fúnebre en un castigo infinito
de peces descamados, de saliva y huracanes.
Adormecida en vísperas de lo que no amanece
canto versos verdes, verdes pájaros.
Te busco en mis manos y no estás,
me sonreís paciente a kilómetros de distancia.
El arenero de nostalgia toca la puerta
y ya no sol, no hay pan.
mi moon river
Hay un río que corre prendido fuego.
Al lugar común se lo han comido los insectos
y las rosas aún no mueren,
no se ahogan en esta maraña de obsesión
que despierta por las noches
preguntándose
por las estrellas que no brillan
y las luciérnagas que sí murieron
Libar las flores
Es sábado de fiestas con soles
y lo sabés arrogancia.
Lo sabés en las calladas tormentas de tu cuerpo
lo sabés en la ausencia de las licorosas copas.
Ha crecido el limonero,
semilla del romancero moderno.
Crucificado en el asador de mis entrañas
gritás azul, mar del delirio mío.
La resaca del amor agitado
sorprende más agitados aún, los insectos
el jardín de la próspera mañana.
Saliendo victoriosa de ésta,
quién pudiera libar las flores
y yacer despierta.
Alhambra
Que ves el cielo
¿Quién, vos?
La gota celeste no cesa.
Existe un punto dorado
destello de la noche que jamás se enfada.
El cielo intermitente
caprichoso grabado.
En el corazón de un jardín que nunca estuvo roto.
Peces anaranjados, leones somnolientos.
En la casa de los que no duermen
en el patio frío simétrico azul y naranja.
Te quiero
veo el cielo
***
Si vas a pasar por acá,
llevate todo.
Llevate lo de arriba,
llevate lo del medio,
llevate lo de abajo
llevate todo.
Si vas a pasar por acá, comete las lombrices, los caracoles
y no me dejes con la flor a medio polinizar.
Si vas a pasar por acá, agarrá
Agarrá mucho, agarrá fuerte.
Sé consciente de lo que estás agarrando.
Sostené la semilla, sostenela, abrila.
Si querés comer un poquito… comé, comé
y enterrala.
Porque para que esto siga creciendo
no sirve que vengas, picotees y ya.
Los días pasan…
Pasa uno, pasan dos, pasan quince, pasarán cuarenta.
Si vas a venir, llevate todo
Llevate.
Agarrá,
Agarrá fuerte,
sostenelo.
***
El silencio debe ser aquello
¿Lo ves?
El pájaro despluma al dragón
la serpiente lame el cuero del cocodrilo.
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Estos poemas integran la ópera prima de la artista plástica, escritora y poeta María Belén Corso, Pétalo nocturno (Alción editora, Córdoba, Argentina, 2020).
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